sábado, 22 de julio de 2017

Rodrigo Flores Sánchez

Imagen de NOFM Radio
Toda escritura es ausencia.
Rodrigo Flores Sánchez

Rodrigo Flores Sánchez (Ciudad de México, 1977) es autor, entre otros poemarios, de Estimado clientes (Bonobos, 2007), Zalagarda (Mano Santa, 2011), Tianguis (Almadía, 2013) y, en coautoría con Dolores Dorantes, Intervenir (Ugly Duckling Presse, 2015), cuya edición bilingüe ya comentamos el domingo pasado. Todos estos libros están disponibles en el Archivo de Poesía Mexa.
            Según la semblanza curricular que ofrece este portal abierto de poesía mexicana, Flores Sánchez «se dedica a corregir erratas ajenas y a engendrar las propias». Esta humilde virtud tiene que ver con su tarea como traductor, además de que su obra haya sido llevada a más de cinco lenguas. Asimismo, el fundador de Oráculo. Revista de poesía (2000-2009) destaca por integrar el libro de ensayos sobre el que para muchos es el mejor poeta mexicano, según vimos a principios de año; nos referimos a Deniz a mansalva (2008). Además de sus colaboraciones en Tierra Adentro o en Transtierros, en la red podemos encontrar poemas de Flores, desde Vallejo & Co., a Las afinidades electivas / las elecciones afectivas o las revistas Lecturas o Crítica, así como el blog Nueva Provenza, con selección de la también poeta mexicana Inti García Santamaría.
            Después de Baterías (2006), Estimado cliente (2007) es el segundo poemario de «Rodrigo Flores Sánchez y sus compinches». Esta marca ya nos augura un sentimiento de escritura grupal y en relación con la música o la pintura. El lenguaje de quien confiesa ver porno o del que reproduce la cantinela de los vendedores del metro en la ciudad más poblada da ritmo a unas postales de la miseria humana en forma de prosa. El autor contagia su «fascinación ante la grandeza de las cosas más sencillas» (23). El texto empieza con un punto y la numeración es un uno en romano que se suma a otro para dar dos y así sucesivamente, tal como hacíamos cuando éramos niños y no entendíamos que el pasado pueda seguir en el presente. La tercera parte del poema «esto», por ejemplo, reflexiona sobre la poesía desde la poesía, según vimos en Artes poéticas mexicanas, a la vez que cita al novelista español Javier Cercas o al DRAE de 1803. La desacralización de la poesía sería el motivo de las intervenciones que con Dorantes llevará a cabo en Intevernir. La distancia entre países y la migración ya preocupa a quien parece que escribiera una carta de reclamación (que no de recomendación) a quien lee y compra (si aún se diera el caso) poesía; estimado cliente que sabe leer desde el lenguaje desarticulado: «(sin CrEuladd sin eRPErseNtcaiÓN)» a estrofas curvas tan cuidadas por Bonobos como la forma anemone de la contracubierta de Jorge Solís Arenazas.
            Zalagarda (2011), también presente en ISSUU, como es habitual en los trabajos de Mano Santa Ediciones que dirige Jorge Esquinca, deja a un lado el verso estrecho de su libro anterior y se compone de prosas breves sobre la escaramuza de quienes se pelean a galope: podríamos decir que eso es la poesía. Atiende así, suponemos, al conflicto de intereses que rodea al oficio lírico en este país, a caballo entre EUA y América. La ambigüedad de la rutina se deforma con humor. «Mut(ila)ción» da buena cuenta de la (d)escritura musical:

Escucho nuevamente Drumming. No hay historia o melodía o cuadro completo. Se distingue una textura rítmica cuyas pequeñas variaciones crean una nueva configuración. Son las discontinuidades y las fracturas y los pliegues los que otorgan sentido a la música (13).

Sus textos funcionan de manera independiente, como un cuento, una minificción, pero no pierden el hilo conductor de la abrumadora sociedad de las imágenes de la cultura. De un monje medieval o los Naufragios de Cabeza de Vaca a masas textuales sin puntos que tratan de cuestionar la costumbre humana, Rodrigo Flores construye un collage de imágenes sensoriales donde sorprende el gusto entre corchetes que venderá en la calle (¿también de influencia árabe?) de su próximo poemario.
            Tianguis (2013) rememora la exuberancia de los mercados mexicanos que ya observaron Bernal Díaz del Castillo o Pablo Neruda. Una «Bella epístola a manera de presentación» da paso a las cinco partes que integran este poemario visual por las ilustraciones y las coloridas descripciones: «Cameraman», «Testimonio flaviano», «eSPAsMo», «Doppelgänger» y «Dos epístolas concluyentes donde se explica el fundamento de la primera ley de la termodinámica», seguidas de «Apostillas o la poda». Encontramos frases breves que no pierden el lirismo y lo acercan al aforismo: «Mirar es morir» (32). Los mercados callejeros son el escenario en el que las prosas narrativas capturan las relaciones personales y sociales. Destacan igualmente los juegos verbales que atraen como un mensaje malintencionado (de contenido sexual, generalmente) sobre algo nimio: «eSPAsMo». El sujeto poético encarnado por un personaje real ya aparece en «Retórica», poema protagonizado por el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen (29-34), sin embargo, este recurso tan común en la última poesía mexicana, por influencia quizá de Francisco Hernández y semejante a lo que hará Christian Peña, ocupa la que me parece que es la parte más sólida de Tianguis: «Doppelgänger». En estas prosas en segunda persona sobre detalles de lo que podemos encontrar en un peculiar rastrillo de espacios y tiempos de segunda mano, el pintor flamenco Rogier van der Weyden ocupa los textos acompañados de fotografías en una triple relación de desdoblamiento, imagen y narración. Así termina «Caja negra»:

                                                               Se nutren uno
a otro con sus propios néctares. Lo penúltimo que se
escucha son los sonidos de la tragedia. Torre de control
– victormarcharly, ¿me escucha? De fondo, se escucha
la alarma de los flaps. Diosito. Easy Denis, Easy…
¡Cállate, gringo! PUM. 33:50 Fin de la grabación
Saliva Luego estática (118)

Es una forma de trasladar el tono autobiográfico de «los cuerpos intervenidos por la muerte y la violencia» (122). Una distancia. Una tachadura que estudiamos con Higahsi.
            Su trabajo más reciente es Intervenir (2015), del que ya hablamos apropósito de Dolores Dorantes. Así pues, estamos ante un poeta formado en Comunicación que hace gala de sus dotes para transmitir un mensaje dotado de peculiares registros líricos, tales como el son irreverente o el trampantojo cívico. Pese a no ser el más conocido de su generación, sus libros garantizan disfrutar con textos ajenos a la solemnidad y a la repetición, que no reiteración. Terminamos con su participación en el Antiguo Museo de la Poesía Contemporánea:



No hay comentarios.:

Publicar un comentario