domingo, 26 de noviembre de 2017

Feli Dávalos

Imagen de Cabezas Underground
El rap mexicano es pésimo lector.
Feli Dávalos

Feli Dávalos (Ciudad de México, 1982) es poeta, rapero, locutor y editor de Noisey. Dos de sus poemarios están presentes en el Archivo de Poesía Mexa: Morir mejor (Aldus / Mantarraya Ediciones, 2010) y Mongolia (Bonobos / Mantarraya Ediciones, 2015).
            La puesta en escena del género lírico y su oralidad, la tan olvidada rima en la poesía mexicana o la performance son cultivadas por Dávalos, tal como lo registran algunas notas al respecto en Bonobos, Vice, Círculo de Poesía o Tierra Adentro, donde consonantemente concluye que «si la poesía es la actualización de una herencia cultural, es el rap la tradición que la encarna de modo más cabal».
            Morir mejor (2010) es el segundo poemario de Feli Dávalos, después de Mientras menos hagas (2009). Arranca con el prólogo de otro indispensable poeta de México, Luis Felipe Fabre; quien habla de «El loco Feli contra las momias». Así se titula el texto que presenta o avala a la rara avis que si va arar, ala tras ala, desde la tierra al mandala (2015: 79). El poeta encierra el ciclo de la palabra que nos lega la tierra para perseguir y abrir el cielo. De él dice Fabre: «su gesto político es un ajuste de cuentas retórico: lirismos oficiales, sensibleras metáforas gubernamentales» (7); destacando la consciencia y la muestra de que «los poemas mutaron». Tras este verso breve y minúsculo, Dávalos piensa en el prolífico José Kozer –«ni siquiera kozer / que todos los días / con la primera caca / también se limpia / un poema fechado» (22)– para inspirar, intuimos, el libro que sobre Novo acaba de publicar Fabre: Escribir con caca (Sexto Piso, 2017). La poesía ocupa de otra manera el desastre, desencripta el lenguaje que veíamos en PM / XXI / 360º de Higashi.
            La cita de Clint Eastwood que abre el libro nos confirma el cambio de paradigma que propone el poeta: «If you want a guarantee, buy a toaster» (11). Las expectativas son otras. Así termina el primer poema: «mírame bien, / escondidos, / siempre detrás / de este catalejo / con garantía expirada / desde el siglo pasado» (26).
Recordemos a qué se refiere el título del poemario de Dávalos. En CabezasUnderground entrevistan al poeta y rapero que fundó un programa de radio sobre hip-hop en la Universidad Iberoamericana: Scratchamama. Al ser preguntado por Morir mejor Dávalos responde:

Es como un aullido. O pertenece a la tradición poética de los aullidos. El título es un juego de sentido con el slogan que tenía el gobierno federal de Felipe Calderón, ese súper desafortunado de «Vivir Mejor». Por eso se llama así el libro. Y se publicó en 2010, el año del bicenterario de la independencia de México, porque el segundo poema se llama así, «Bicentenario» y es un poema súper barroco y medio delirante, un himno a la realidad nacional.

Y así dice parte de este poema, «Bicentenario», que recuerda al ruido animal que emiten los perros amarillos de Ramón Martínez Ocaranza, los cuerpos de Max Rojas o los sonoros semas del citado Gerardo Deniz:

¿Cuáles son los nombres francos de su majestad divisa
y de la férrea y crónica carnicería guarura
que en gatuperio cómplices patrullan las distancias
que con dolo actuario determinaron esta hilarante
realidad poco velada y criminal, puesta en coma,
trasegada —que nos rebasa categórica—,
con parodia periodística de medicina alópata? (31)

El siguiente poema es «Soteriología», la doctrina religiosa de la salvación. Definitivamente nos aclara que aquí la poesía no nos encumbrará a los dioses, sino que nos guiará a las internas capas líricas del chisme como motivo versal. Dicho «homenaje» que defiende Dávalos por México contrasta con la serie de textos que dedica a su verga, literalmente. Ambos, sin embargo, salvaguardan lo propio, una identidad. El poeta reivindica el rock urbano en México, pilar básico para la cultura (sin necesidad de que a esta le acompañe la palabra «popular»). La poesía política que estudia Jorge Aguilera López llega al espacio y al conflicto públicos de un México como nación que une mitos y lemas a destiempo.
            El clásico tema del amor también se reescribe en una lectura muy davalosa que merece la voz alta con trabajo: «también snoopy escribió poemas de amor» (73-85). A este fantástico cierre que resume la poética de Feli Dávalos, le sigue un «aterrizaje forzoso» que sitúa en boca de Julián Herbert y del recientemente fallecido Sergio González Rodríguez los méritos, sin duda, de «un crack de la nueva poesía mexicana» (89), «piedra angular de la poesía mexicana del siglo XXI» (90), respectivamente. La caricatura creada por Charles Schulz en 1950 se tumba sobre el colofón (93), que es casa para el perro.
            Después del ya inconseguible Déjate Caer (2011), llega Mongolia (2015) con siente partes o cantos de talentosa rima en defensa de la poesía urbana: oficio que construye y habita. Para Juventino Montelongo, en Más por más, este libro «circulando escenas de la Ciudad de México y su caótico tráfico, muertos enterrados en la desesperación más que en la memoria». En cambio, para Mixar López en Operación Marte, el que define como «Luis de Góngora sincrónico […] es un referente de la soledad, el hastío en Internet, la importancia en la distribución de los libros, la indiferencia en las redes sociales y su inmediatez, la música como poesía, el cine visto a través de una mirada perdida, el canibalismo de la información y la figura del poeta frente a un vendedor de BonIce» el refrescante dulce mexicano.
            Las artes poéticas mexicanas incluyen ahora el chiste: «¿cuál es el colmo de un poeta? / tener una novia que se llame Carmen / y no poder corregirla» (15). Asimismo, reactualiza la estrofa clásica en «Soneto Harcor»:

En el barrio le dicen Nudillos de Thor,
güerito piel Chupa Chups con Almon•Ris,
diente de oro, en el ojo una cicatriz,
Bíceps de Cocaína Santa del Señor.

Los brazaletes de champú causan rubor,
el fantasma raviolo que hace feliz
a mujeres con vocación de meretriz
en las noches que se venden por rencor.

Se paga el precio de la vida loca
con aguja y filo y punta de puñal,
cacho de karma arrancado de la boca

y transformista la psicosis mental,
un brócoli el cerebro por la coca
y el corazón como metrosexual (19).

Las rimas imposibles, la parodia de las redes, el postureo cultural stalkea a Benedetti en meme enmimismado. Cabe destacar los poemas a dos columnas que permiten diversas lecturas, cesuras; o mejor, la «Historia abreviada del cine contemporáneo»: «La inexpresiva sonrisa de Ryan Gosling» (43). Es el «Carpe fuckin diem» (63). ¿Adelante?
            Pacheco logró con «Alta traición» un sentimiento de patria que actualizó Maricela Guerrero en País de sombra y fuego (2010: 53) y Feli Dávalos en «Alta traición (revisited, yet again)» (69-72), «de este país de broncas, / drogas y sombras» (75). La paronomasia nos conecta, pues «sanos anos damos a los amos» (82). El poema que da nombre al libro y un padre nuestro nihilista cierran una obra que en parte también se debe a Mauricio Díaz Escalona. Escuchemos a Dávalos:


Feli Dávalos demuestra que la poesía aún puede ser oral, comprometida e irreverente, al estilo, por ejemplo, de Ángel Ortuño, o como referente para el diálogo intertextual que se genera en los torneos de Poesía en el cuadrilátero.



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